El proceso digestivo inicia cuando masticamos los alimentos, desmenuzándolos y mezclándolos con la saliva que contiene encimas que desglosan las sustancias químicas de los alimentos, formando así lo que se denomina bolo alimenticio, el cual tragamos y llega al estómago. Una vez ahí este órgano secreta un ácido que desarma el bolo alimenticio en partículas más pequeñas que pasan al intestino delgado, donde algunas partículas de grasa se desmenuzan con ayuda de ciertas sales producidas por el hígado, mientras que el resto de las grasas, los carbohidratos y las proteínas son procesadas por las sustancias que genera el páncreas.
Una vez completado este proceso, las células que revisten las paredes del intestino delgado regulan su permeabilidad dejando pasar hacia el torrente sanguíneo sólo moléculas diminutas para que el organismo pueda absorber los nutrientes, mientras que el resto se queda en trácto intestinal y es evacuado.
Lo que sucede con las prolaminas asociadas al gluten es que no pueden ser descompuestas en partículas lo suficientemente pequeñas por las encimas que producimos, con lo cual la pared intestinal necesita abrirse más para dejarlas
pasar y así poder asimilarlos. En una persona sin reacción al gluten, la pared intestinal recupera su
tamaño y los restos que quedan en el tracto intestinal se evacuan
antes de que haya reacción por parte del sistema inmunológico, pero si hay
sensibilidad o intolerancia, las células de la pared intestinal permanecen abiertas, posibilitando que toxinas, microbios o restos de alimentos que no pueden ser asimilados por el organismo, se filtren hacia el torrente sanguineo.
Cuando esto sucede eventualmente, nuestro sistema inmunológico ubicado en el intestino reconoce a los invasores y los ataca para eliminarlos, pero en una persona con intestino permeable, esto ocurre continuamente y no es capaz de acabar con todos los enemigos, por lo que terminan siendo transportados a todo el cuerpo por el torrente sanguineo y son atacados por el resto de nuestro sistema inmunológico, generando distintas reaciones dependiendo de la parte del organismo donde son combatidos:
Cuando esto sucede eventualmente, nuestro sistema inmunológico ubicado en el intestino reconoce a los invasores y los ataca para eliminarlos, pero en una persona con intestino permeable, esto ocurre continuamente y no es capaz de acabar con todos los enemigos, por lo que terminan siendo transportados a todo el cuerpo por el torrente sanguineo y son atacados por el resto de nuestro sistema inmunológico, generando distintas reaciones dependiendo de la parte del organismo donde son combatidos:
- Sistema Digestivo: Distensión Abdomina, Colitis, Diarrea o Extreñimiento, Intolerancias Alimentarias.
- Sistema Respiratorio: Tos, Flema y Mucosidad continuas producto de Alergias Respiratorias o Estacionales.
- Sistema Neurológico: Dolor de cabeza o Migrañas continuas, Déficit de Atención e Hiperactividad, Falta de Memoria, Problemas en la Neurotransmisión, Ansiedad, Depresión Crónica, Fatiga Crónica.
- Sistema Endocríno: Trastornos hormonales, Enfermedades Autoinmunes.
- Problemas en la Piel: Dermatitis, Lupus, Psoriasis, Eccema, Urticaria, Acné Crónico.
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